La sala perdida del museo

Aquí estoy, como todos los fines de semana, trabajando en el museo y como todos los días, más sola que la una. El museo es uno de los más importantes de la ciudad, por lo menos de los más populares, la entrada gratuita ayuda mucho, y siempre está lleno de gente. Cientos de personas lo visitan cada día, eso es lo que dicen y lo tengo que creer porque por mi sala no pasa nadie. Hace unas semanas ví asomar la cabeza a un señor oriental que se acercó a mí sigilosamente y en voz baja me preguntó por el baño. Yo pensaba que ya que había llegado hasta allí se quedaría un momento admirando las piezas encontradas en una excavación cerca de la ciudad, pero no, la naturaleza es la naturaleza y se marchó a paso ligero.

 

Mis compañeros de las salas más visitadas me miran por encima del hombro en el vestuario, aunque para disimularlo me dicen que soy afortunada por poder estar tan tranquila y no persiguiendo a niños que se sientan sobre las efigies egipcias. Yo les sonrío, asiento con la cabeza e intento salir hacia mi sala lo más rápido posible. Ayer pasaba por el mostrador de información cuando me enseñaron los nuevos planos del museo. Después de echarle un vistazo les dije que mi sala no estaba en el plano. Ellos me dijeron que eso no era posible y entonces juntamos todas las cabezas sobre el papel en busca de la sala perdida, incluso una cogió una lupa que lleva siempre en el bolso para no perder detalle. Después de unos minutos recorriéndolo con nuestros índices, llegamos a la conclusión de que mi sala era la 50a, con un tamaño más pequeño del que le correspondía según la escala utilizada, incluso el símbolo de los extintores era más grande.

 

Eso me dejó un poco triste así que decidí estudiar por mi cuenta lo que tenía en mi sala, he cogido unos libros de la biblioteca y me estoy informando de lo que realmente es lo que cuido. Lo bueno de estar en esta sala es que a mí también me dejan bastante de lado y puedo leer tranquilamente. Ya os contaré la próxima vez lo que he descubierto para que vengaís a verme, bueno, a mí no, a la sala.  

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.

4 respuestas a La sala perdida del museo

  1. Javi dijo:

    Con  lo bonitos que son los rincones escondidos.

  2. Esther dijo:

    El único sitio donde no se puede estar sólo nunca…es en un museo.

  3. Carlos dijo:

    Ostras tú, mil duros a que al final se terminan volatilizando el narrador y la sala. Happy end.

  4. Rosa dijo:

    venga, va…..¿ qué has descubierto ? Yo no puedo esperar a la próxima entrega :PY a mí que me encantaría trabajar en un museo, en una sala poco concurrida…..la de personas interesantes que te puedes encontrar solo por el hecho de que les puedes dedicar más atención de la normal……

Deja un comentario